LOS PARTIDOS POLITICOS Y LA DIVISION DE PODERES.
Lo queramos o no la democracia que tenemos en España desde hace 30 años, no ha conseguido un grado de indentificación, mínimamente razonable, entre los ciudadanos, y las instituciones en las que se ubican sus representantes; la razón principal puede estar en el papel absolutamente desproporcionado – que ahoga al del representante en si mismo- que tienen los partidos en nuestra joven y aun frágil democracia. Los partidos tienen en la vida política actual mucha más importancia que el político o representante en si mismo. Una persona de modo individual, por más valores que tenga, no tiene futuro en la vida política sino es integrada en un partido. Los partidos son los que deciden quien y quien no, se presenta a unas elecciones controlando las listas electorales, y los partidos deciden la vida en el parlamento imponiendo disciplina de voto. Y para cerrar el círculo los partidos tienen ayudas económicas proporcionales a su representación en las instituciones, lo que cierra el paso a las agrupaciones de electores, personas individuales, o pequeños partidos.
Si además de lo anterior, un partido tiene mayoría absoluta en el parlamento, controla también el gobierno y la administración. Y si para acabar ese partido, o coalición de partidos, con mayoría absoluta en el parlamento, ,utiliza los instrumentos que tiene a su alcance – elección por el parlamento del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional-, para controlar la administración de justicia, la división de poderes acaba en la mínima expresión, con lo cual no existe equilibrio de poderes, ni mucho menos control recíproco entre ellos, con lo que se da vía libre a la corrupción y al abuso de poder, que acaba por convertirse en un elemento más del sistema. A todo esto nada ayuda la vinculación muy importante de algunos medios de comunicación a grupos empresariales muy importantes, con muchos intereses a los que las administraciones deben dar salida.
En esta situación algunas reformas que tiendan a centrar el sistema electoral en la persona del que se presenta, y no en el partido que lo pone en la lista, a través del sistema electoral de las circunscripciones electorales uninominales, al modo anglosajón, donde se vote a una persona por distrito, y la independización de poder judicial e los demás, haciendo que tanto el fiscal general del Estado, como los miembros del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, sean elegidos por los propios fiscales y jueces, se están haciendo absolutamente imprescindibles para avanzar de verdad hacia la democracia política y la división de poderes real.
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